Economía regenerativa: 3 casos prácticos
La economía global se enfrenta a desafíos sociales y ambientales que obligan a repensar la manera en que producimos y consumimos. La sostenibilidad ha sido el primer paso, con estrategias como la economía circular, que busca reducir residuos y maximizar la vida útil de los recursos. Sin embargo, algunas empresas han decidido ir más allá y adoptar un modelo que no solo minimiza el impacto negativo, sino que también genera un efecto positivo en los ecosistemas y las comunidades: la economía regenerativa.
¿Cómo operan las compañías que lideran esta transformación? Patagonia, Evaneos y Natura son tres ejemplos de cómo la economía regenerativa puede integrarse en el ADN empresarial, demostrando que otra forma de hacer negocios es posible.
Desde la reactivación de suelos agrícolas en la moda, hasta una cosmética que protege la biodiversidad y un turismo que revitaliza los destinos, estos casos reflejan el avance de la economía regenerativa en diferentes sectores.
Mientras las organizaciones sostenibles se esfuerzan por hacer menos daño a los sistemas naturales y sociales, las empresas de la economía regenerativa buscan, además, reparar el ya hecho
El caso de Evaneos
Un turismo auténtico que respeta cada destino
Evaneos se desmarca del turismo de masas apostando por una forma de viajar más auténtica y respetuosa con el entorno. Esta agencia de viajes francesa nació en 2009 para conectar a través de su plataforma online a los viajeros con agencias locales, garantizando experiencias inmersivas sostenibles y a medida que benefician directamente a las comunidades de cada territorio.
Su modelo no solo permite descubrir un lugar de manera más genuina y menos invasiva, sino que también impulsa la economía local, protege la cultura del destino y reduce el impacto ambiental de cada viaje.
A diferencia de los grandes turoperadores, Evaneos trabaja directamente con profesionales del lugar, garantizando que la mayor parte del dinero que cada cliente paga por su viaje (un 87%, frente al 25% que suele ser la media del sector) se queda en la comunidad.
Además, todas sus agencias cuentan con la certificación internacional de Travelife, diseñada específicamente para que los hoteles y alojamientos creen soluciones de viaje más sostenibles. Los criterios de certificación de Travelife miden el impacto de la estancia en aspectos como el medioambiente, la comunidad, el patrimonio cultural y la economía local y están reconocidos por el Consejo Global de Turismo Sostenible (CGTS).
A estas acciones hay que sumar que Evaneos mide y compensa las emisiones de CO₂ derivadas de su actividad con la ayuda de la consultora sobre cambio climático South Pole y que ha iniciado un ambicioso plan de descarbonización con horizonte 2030.
Con el fin de alcanzarlo, la compañía tomó en 2024 varias decisiones, entre ellas, la de eliminar de su catálogo en España la oferta viajes cortos (de cinco días o menos) en avión para acabar con lo que describe como «escapadas urbanas ultracontaminantes». Desde entonces, se centra en destinos más cercanos o estancias de mayor duración lo que supone apostar por opciones más sostenibles, como el tren, los trayectos en bicicleta o el senderismo. «Deberíamos reservar el viaje en avión para ocasiones excepcionales en las que podamos dedicar más días y utilizar el resto del tiempo para disfrutar de escapadas más cercanas», señalaba Viola Migliori, country manager de Evaneos en España.
Evaneos eliminó en 2024 de su catálogo en España los viajes urbanos de cinco días o menos en avión
Además, la compañía ha creado el Fondo Better Trips, en el que invierte un porcentaje de cada venta realizada para destinarlo a proyectos de regeneración ambiental y transformación del turismo. Su objetivo es alcanzar los tres millones de euros en 2025, para destinarlo a acciones concretas como reducir 500.000 toneladas de CO₂, plantar un millón de manglares para proteger a las poblaciones de las zonas costeras con mayor riesgo de inundaciones y la recogida de 25 millones de botellas de plástico de los océanos.
Evaneos, que superó los 700.000 viajeros el año pasado, cuenta con la certificación B Corp, otorgada por la organización privada sin ánimo de lucro B Lab, que asegura cumplir con rigurosos estándares de desempeño social y ambiental, transparencia pública y responsabilidad legal.
Con todo ello, Evaneos demuestra que integrar acciones de economía regenerativa en la forma de viajar no solo es posible, sino que también enriquece la experiencia de quienes buscan conocer el mundo de una manera más consciente y responsable.
El caso de Patagonia
Moda que regenera suelos y apoya a los agricultores
La industria de la moda es una de las más contaminantes del mundo, pero hay marcas que han decidido cambiar las reglas del juego. Patagonia es una de ellas. En lugar de conformarse con reducir el impacto ambiental en su actividad (la fabricación de ropa de escalada, alpinismo, esquí, snowboard, running…) apuesta por regenerar los ecosistemas dañados a lo largo de su cadena de producción.
La empresa estadounidense nació en California en 1973. Desde siempre ha estado ligada a la economía circular, por ejemplo con el uso de materiales reciclados y el Programa Worn Wear, una iniciativa con la que anima a las personas a reparar, reutilizar y reciclar su ropa. Para ello, ofrece herramientas online, kits de reparación y organiza eventos para enseñar técnicas de reparación.
Patagonia impulsa la economía regenerativa a través de iniciativas como la certificación Regenerative Organic Certified™, el programa Worn Wear y su participación en 1% for the Planet
Su primer paso hacia la economía regenerativa fue en 1996, cuando decidió emplear exclusivamente algodón orgánico en sus productos. Hoy cuenta con un programa propio para cultivar esta materia prima en más de 150 granjas de pequeña escala en India de manera orgánica; es decir «dándole énfasis a la fertilidad del suelo y a la actividad biológica y, al mismo tiempo, minimizando el uso de los recursos no renovables y no utilizando fertilizantes ni plaguicidas sintéticos para proteger el medio ambiente y la salud humana», explican desde la FAO, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura.
Esta colaboración supone aplicar técnicas que restauran el suelo, mejoran su fertilidad, capturan carbono de la atmósfera, respetan el bienestar animal y mejoran la vida de los agricultores. Con ello, no solo reduce la huella ambiental de la producción textil, sino que contribuye a la regeneración de los ecosistemas y al desarrollo de las comunidades que dependen de ellos.
El compromiso de Patagonia con la agricultura regenerativa va más allá del algodón. En 2017, impulsó la certificación Regenerative Organic Certified™, un estándar que garantiza que los cultivos no solo respetan el medio ambiente, sino que también protegen el bienestar animal y aseguran condiciones justas para los trabajadores.
Además, la empresa es miembro fundador de la iniciativa 1% for the Planet, el porcentaje anual de sus ventas anuales que destina a causas ambientales; entre ellas, combatir el cambio climático, preservar ecosistemas y seguir promoviendo la agricultura orgánica.
Patagonia también aborda las desigualdades sociales y mejora el bienestar de su fuerza laboral priorizando las fábricas con certificación de Comercio Justo, que promueven condiciones laborales seguras, un salario digno y el desarrollo comunitario. Con todo ello, demuestra que su estrategia de sostenibilidad no solo se basa en mitigar daños, sino en dejar el planeta mejor de lo que lo encontramos. Su modelo demuestra que la moda puede formar parte de la economía regenerativa, pudiendo poner en el mercado ropa actual y de calidad sin comprometer el equilibrio ambiental ni el bienestar de quienes la producen.
El caso del Murumuru
Cosmética que protege la biodiversidad y las comunidades amazónicas
En la zona brasileña y perunana de la selva amazónica hay otro ejemplo de cómo funciona la economía regenerativa en la práctica.
Ahí crece el Astrocaryum Murumuru, un tipo de palmera que las comunidades indígenas talan para construir viviendas y vender artículos que producen con su madera, como escobas, cestas y botones.
Hace unos veinte años, un grupo de investigadores de la empresa brasileña Natura recorría la Amazonia en busca de nuevos ingredientes para sus cosméticos y descubrieron este árbol. Cuando actualizaron sus propiedades, comprobaron que de las semillas se obtiene una manteca altamente hidratante, muy eficaz para reparar y renovar el cabello dañado.
El valor de las semillas de Murumuru es siete veces superior al de la madera. Por tanto, los habitantes de la Amazonia que viven de ella pueden generar siete veces más valor económico conservando el Murumuru que talándolo.
Las semillas de Murumuru generan siete veces más valor económico que la madera, por lo que Natura incentiva entre las comunidades locales donde crece su conservación en lugar de la tala
En 2005, Natura estableció una asociación con siete comunidades amazónicas que cultivan esta palmera según sus técnicas agrícolas tradicionales. Hoy en día, más de 1.100 pequeños agricultores la cosechan para Natura, según recoge la empresa en su web.
Esta colaboración mutuamente beneficiosa ha permitido a Natura desarrollar Ekos Murumuru, toda una línea de productos capilares, entre otros: bálsamo, champú, mascarilla, acondicionador y sérum para el cuidado del pelo. Por su parte, la cooperación permite que las comunidades indígenas se regeneren a sí mismas y al planeta en tres dimensiones complementarias. En el ámbito económico, aumentan sus ingresos; en el sociocultural, preservan y aplican sus conocimientos agrícolas tradicionales; y en el ambiental, protegen la biodiversidad de la Amazonía y sus bosques.