Ante un nuevo contexto geopolítico, el mensaje final del Informe Draghi viene a urgir a los 27 países miembros de la Unión Europea a adoptar medidas que devuelvan la soberanía económica y tecnológica al continente y recuperar así una competitividad que lleva años perdiendo. Sólo de esta forma podrá Europa mantener su liderazgo en el mercado internacional y preservar sus valores y el estado de bienestar de sus ciudadanos.
Lo explicó Toni Roldán Monés, director del Centro de Políticas Económicas de Esade, en un evento celebrado el 4 de octubre y organizado por South Summit y Google for Startups en las instalaciones de este último en Madrid. Al acto acudieron también el ministro para la Transformación Digital y de la Función Pública, Óscar López.
¿Dónde estamos?
Aunque el informe contiene anotaciones muy detalladas, estos son los principales aspectos en los que pone el acento:
El gap tecnológico. Algo que se remonta a la década de los 90 cuando Estados Unidos toma la delantera al mundo entero con la batalla de internet. La tendencia no parece estar cambiando, antes el contrario, tecnologías como la IA generativa hacen que la brecha sea cada vez más profunda.
Parálisis de la productividad. Una de las cifras que más llaman la atención es la diferencia de la Renta per cápita de EE.UU comparada con la europea. La primera ha crecido el doble que en segunda en los últimos 20 años.
Otro aspecto a tener en cuenta es que el aumento de la productividad en Europa de las últimas décadas se ha apoyado en el crecimiento demográfico, otro parámetro en claro retroceso. Según el informe, de mantener los índices de natalidad actuales, la fuerza laboral europea empezará a deducirse a partir de 2040 con la pérdida dos millones de personas al año. El crecimiento, por tanto, no procederá de un aumento de personas, sino del incremento de la productividad de cada uno de nosotros. Súmese a ello el gasto público que implica una población cada vez más envejecida.
Dependencia de terceros. Hasta ahora, la economía europea se movía en un mercado internacional muy abierto y bastante confiable. Comprábamos energía barata a Rusia, importábamos materias primas más económicas a terceros e importábamos productos manufacturados de otras regiones menos competitivas. También el planteamiento de la globalización empieza a desmoronarse. Hace tiempo que países como EE.UU y China se han puesto las pilas y protegen, cada vez más, la industria nacional.
Seguridad. Al hilo del punto anterior, el informe se detiene en el apartado de Defensa donde los países de la Unión llevan años recortando su presupuesto confiados en la protección de EEUU como principal proveedor de nuestra seguridad. También esto está en riesgo. La seguridad ya no puede externalizarse.
Retos para desbloquear los cuellos de botella
Para hacer frente a un escenario como el descrito, la doctrina Draghi apunta a una serie de retos que requieren una respuesta unánime e inminente de los países de la unión. Tres son los puntos principales
Acelerar la innovación para aumentar la productividad y ganar autonomía tecnológica sin renunciar a nuestros objetivos de descarbonización y economía circular. Pero, como señala Roldán Monés, esto no va de recortar salarios ni de devaluaciones internas, sino de conocimiento e innovación. Para ello, además de aumentar la inversión en este capítulo, hay que aumentar los niveles de excelencia de nuestras instituciones académicas y fortalecer la cadena que conduce la innovación a la comercialización.
Foco. Tenemos demasiados objetivos estratégicos abiertos. Conviene hacer un ejercicio de reflexión para identificar aquellos en los que más nos interesa concentrar el esfuerzo y la inversión y descartar otros en los que ya parece que vamos perdidos y conviene sacar de la ecuación.
Coordinación. El cambio de paradigma exige pensar más en términos paneuropeos que de país al objeto de articular unas políticas conjuntas mediante la alineación de las políticas industriales, comerciales y de competencia. Ello exige, además, acabar con la fragmentación regulatoria actual al objeto de mejorar la gobernanza. Ello, obviamente, exige alguna que otra renuncia soberana.
Acciones concretas
También son muchas las propuestas concretas que incluye el informe para pasar de la teoría a la acción, estas son algunas de las más interesantes:
Mejorar la estrategia de inversión. No basta con aumentar el gasto en I+D si se mantiene tan diversificado como hasta ahora. Es preciso acotar los objetivos estratégicos y dirigir el gasto ahí. Otro gag importante se da en la financiación de escalada. Tenemos que mover la idea de los innovadores a los inversores.
Mejora de nuestras instituciones académicas. Mientras que Europa cuenta solo con tres instituciones académicas de prestigio internacional habituales en las publicaciones científicas, EU.UU cuenta con 21 y China con 15. Se trata, puyes, de establecer y consolidar las instituciones académicas europeas en la vanguardia de la investigación mundial.
Plan conjunto para la descarbonización y la competitividad. Teniendo en cuenta Europa carece de recursos naturales suficiente como gas y petróleo para autoabastecerse, es preciso avanzar en el desarrollo de energías renovables para abaratar los costes energéticos. El primer riesgo identificado por el informe es la dependencia de los minerales críticos, esenciales para la transición energética. Según Mario Draghi, el abastecimiento europeo de estos minerales es objeto de una carrera mundial por el control de las cadenas de suministro, y Europa se está quedando rezagada
Aumentar el gasto en defensa. Al final, lo que dice Draghi es tenemos un problema en tecnología, un problema no menor de energía y un problema en defensa. Como se observó en el evento de Google, si agregamos todas las compras de Defensa de todos los países europeos, en torno al 78% son compras a proveedores no europeos de los cuales de ese 78% el 62% es americano, quiere decir que la mitad de nuestros presupuestos de defensa van a para a EE.UU o a otros proveedores de manera que ni siquiera el dinero que nos gastamos revierte en la creación de un ecosistema propio
Aumento de la inversión del 5% del PIB. Para compensar la descarbonización de la economía, sustentar el gasto en defensa y competir en digitalizaciónSe necesita una aumento de la inversión anual de, como mínimo, 750.000 a 800.000 millones de euros, lo que equivale a casi el 5% del PIB de la UE en 2023. Una inversión de este calibre aumentaría la producción un 6% en un plazo de 15 años.
Falta solo saber si todo lo que recomienda el informe Draghi es políticamente factible en una región que componen 27 estados soberanos. Aunque los Estados miembros ya han empezado a responder a estos retos, lo hacen de forma demasiado dispar, lo que debilita el esfuerzo colectivo.