Sin duda, 2024 quedará marcado como el año de la consolidación de ChatGPT. Esta herramienta, lanzada en noviembre de 2022, experimentó un crecimiento sin precedentes en el sector tecnológico, y, en abril de 2023, ya superaba los 187 millones de usuarios activos y registraba 1.900 millones de visitas mensuales.
Pocos sectores se han quedado al margen del impacto de la IA, y la educación no ha sido la excepción. Dado que se trata de una tecnología emergente es fundamental que prioricemos su correcta adopción. Por ello, la UNESCO ha pedido a los gobiernos de todo el mundo que se movilicen para dar una respuesta coordinada sobre la integración de ChatGPT en los planes de estudio.
El creciente uso de estas herramientas por parte de los jóvenes empieza a ser alarmante. Según el último estudio de Empantallados.com y Gad3, el 82% de los estudiantes entre 14 y 17 años han usado alguna vez Chat GPT, el 58% lo hace habitualmente para realizar trabajos, el 56% para complementar contenidos de diferentes materias y el 50% para estudiar y prepararse exámenes.
Esta situación cobra más importancia en un contexto donde los malos resultados del nivel de los estudiantes españoles son cada vez más evidentes, tal y como refleja tanto el informe PISA, el estudio del TIMSS o el de la OCDE, causados, entre otras cosas, por el uso excesivo de las pantallas y la tecnología mal gestionada.
En el ámbito educativo donde, tanto las instituciones como los colegios y todos los implicados en la educación, estamos navegando hacia una enseñanza que desarrolle el pensamiento crítico y la resolución de problemas, herramientas como ChatGPT, mal utilizadas y sin control, son un paso hacia atrás. La dependencia excesiva de esta tecnología limita la capacidad de los alumnos de investigar y crear contenido propio.
Para revertir esta situación y formar una generación capaz de desarrollar sus propias ideas, es fundamental revalorizar y empoderar la figura del docente, priorizando su formación y motivación. Los profesores desempeñan un papel clave para el impulso del pensamiento crítico, guiando a los estudiantes, no solo a buscar las respuestas, sino a cuestionarlas y analizarlas.
Además, la personalización del aprendizaje, junto con una enseñanza basada en la experiencia y la conexión emocional, son necesarios para avanzar y ayudar a los estudiantes a progresar, algo que la IA no puede reemplazar.
Por motivos como estos, algunos países ya han empezado a implementar políticas sobre la integración de la IA y ChatGPT en las escuelas. Es el caso de la red de escuelas públicas de Nueva York que ha prohibido el uso de ChatGPT en las aulas. Y, Australia tiene marcos regulatorios y guías muy específicas para el uso de estas herramientas en el ámbito de la educación. Ejemplos de cómo distintos países están tomando medidas para asegurar el uso responsable de estas herramientas.
Por ello, abogamos por la necesidad de dar una respuesta coordinada a nivel global y otorgarle la importancia que merece a esta nueva herramienta, teniendo en cuenta que la reflexión humana es esencial para resolver problemas éticos que las máquinas no pueden percibir.
En conclusión, es indispensable que la integración de ChatGPT y la IA en general en las aulas se haga de manera responsable y que no comprometa el desarrollo de los más jóvenes. Y aquí lanzo una reflexión: ¿Es ChatGPT una herramienta que realmente complementa la educación, o estamos avanzando precipitadamente hacia un futuro en el que la tecnología sustituye a los docentes y debilita la reflexión humana?