En 2032, la marca de bañadores Venus cumplirá 100 años. El primer taller lo abrieron Policarpo Domínguez y su esposa, Soledad Molina, en su propia casa, en la céntrica calle León de Madrid. Entonces no eran bañadores lo que confeccionaban, sino lencería y corsetería por encargo y a medida. En esa época, todavía se tomaban medidas en prendas hechas de algodón y huesos de ballena más funcionales que estéticas.
El negoció creció y es en la década de los años 60 cuando el matrimonio se anima a dar el salto a la moda de baño, cuando los únicos bikinis que se veían en las playas españolas eran los que se atrevían a lucir las extranjeras. Todavía se ríen en la empresa al recordar la anécdota vivida a raíz de un rifirrafe que tuvieron con el marido de una de las clientas por un tremendo floripondio estampado en la parte trasera del bañador.
En cualquier caso, la firma siguió avanzando hasta posicionar a Venus como referente de bañadores de calidad made in Spain. En 1978, el hijo de los fundadores, Policarpo Domínguez Molina, asume el control de la compañía y, al tiempo, fallece sin descendencia pasando el testigo en la sucesión de la compañía a dos empleados de su máxima confianza: Emilio Flores y Esperanza Garbajosa, quienes recibieron el negocio en herencia sin pagar nada a cambio. Ambos permanecieron al frente hasta principios del 2.000.
Icono de los 90
En esa época, ya anunciaba Ana Obregón la llegada del verano con sus posados en bañador, muchos de ellos de la marca Venus. La modelo Inés Sastre o la estadounidense Cindy Crawford fueron otras de las que posaron ante las cámaras con un traje de baño de la marca Sus mediáticas apariciones dispararon las ventas y la internacionalización de la marca coincidiendo con el cierre en España de buena parte de las tiendas multimarca de barrio y el salto a grandes superficies, como El Corte Inglés o Galerías Preciados (en funcionamiento hasta 1995).
Mientras tanto, ya estaba Marcos Pizarro, hijo de Esperanza Garbajosa, al tanto de lo que sucedía en Venus. Llevaba toda la vida oyendo hablar de bañadores y haciendo, incluso, sus propios diseños, el primero a la edad de 7 años.
Tras cursar estudios de diseño, Marcos Pizarro se incorpora en 2005 a la empresa y desde 2011, hasta el día de hoy, asume la dirección general -el prefiere presentarse como “hombre orquesta”- después de pagar a Emilio Flores su parte y hacerse con el control absoluto de Veflogar (nombre de la empresa resultante de los acrónimos de Venus, Flores y Garbajosa) creada hace más de 20 años y donde, además de mantener Venus como marca propia, desarrollan y producen como marca blanca colecciones para terceros.
Desde entonces, la empresa tiene doble facturación. Una con Venus como marca, con la que facturan entre 800.000 y un millón de euros cada año con España y Portugal como principales mercados. Otra, con la oferta de servicios -desde el diseño hasta el patronaje o el empaquetado- y productos para terceros donde, además de moda de baño y lencería, trabajan ropa vaquera y deportiva, con la que facturan alrededor de 1.200.000 euros. En total: más de 2 millones de euros de facturación anual.
Cambio de rumbo
Además del cierre de la tiendas de barrio, a Garbajosa hijo le tocó vivir la deslocalización de la producción, cuando muchas marcas encontraron en los talleres asiáticos un filón para fabricar más barato. Pizarro se negó a seguir esta tendencia. Prefirió mantenerse fiel a los talleres de toda la vida y preservar los valores de diseño, calidad de la materia prima y patronaje que siempre marcaron la diferencia.
Ello supuso un coste, más con la crisis de 2008, cuando tuvieron que aplicar un drástico recorte de plantilla que entonces rondaba las 25 personas. Ahora son cuatro las personas contratadas -7 en temporada alta-, “muy eficientes”, aclara Pizarro. Siguen trabajando con los talleres de toda la vida derivando casi toda su producción a Tunez, país donde se confecciona el 60% de la moda de baño de todo el mundo y donde Veflogar cuenta con ocho empresas asociadas gracias a esa fidelidad que le evita hoy problemas de suministro, algo que sí afecta a muchos de los que se fueron a China y quieren ahora quieren relocalizarse.
Como diseñador, otro de los logros de Pizarro Garbajosa es haber rejuvenecido el target del cliente que ha bajado de los 40 a los 32-33 años. Ha cambiado la filosofía del diseño, del patronaje y del marketing, pero que ahora obsesiona al CEO es la materia prima y la sostenibilidad.
Abanderando la sostenibilidad
Igual que Pizarro Garbajosa se formó para diseñar, ahora ha realizado un master para formarse a fondo en materia de sostenibilidad cuyos criterios quiere trasladar a toda la cadena de valor reorganizando toda la red de producción.
“La sostenibilidad ha pasado de un plano secundario a ser un pilar fundamental. El cambio climático, la explotación de recursos y los desastres ambientales asociados con la producción textil han generado una mayor conciencia sobre la importancia de un cambio en los modelos de producción y de consumo”, sostenía Marcos Pizarro en un artículo firmado por él mismo.
Recuerda también las políticas cada vez más exigentes en términos de sostenibilidad procedentes de la Unión Europea de las que España, como país integrante, no puede escapar. Esto implica que las marcas están reconfigurando sus cadenas de valor para cumplir con las nuevas requisitos.
En esta senda, Pizarro Garbajosa ha sido uno de los primeros en ponerse las pilas. Ha auditado a todos sus talleres y se afana ahora en la búsqueda de nuevos materiales y fibras para sus bañadores. En este sentido, apuestan por materiales reciclados de la mano de ECONYL, cuyo nylon está hecho de residuos, y Q-NOVA con una fibra de nailon 6,6 ecológica, obtenida con materias primas regeneradas.
La reconversión llega hasta la logística el packaging, reciclado y reciclable, basando toda su estrategia en cuatro pilares fundamentales:
Eco-concepción: Creación de productos pensando en el consumo de tejido y fabricación eficiente, estableciendo desde cero diseños más responsables.
Ecología industrial y cercanía: gestión optimizada de stocks, flujos de materiales, energía y servicios. Eficiencia en los envíos de mercancía con el fin de reducir la huella de carbono.
Reutilización: Reutilizar residuos y fomentar el reciclaje de cada prenda.
Valorización: Aprovechar energéticamente los residuos que no se pueden reciclar.