El susurro del tiempo es el título que Larumbe Danza estrenó a escala mundial el pasado 9 de noviembre. Lo hizo en el Teatro Municipal de Coslada, donde Larumbe es compañía residente.
El teatro se llenó con un montaje espectacular que evidenció cómo la tecnología es capaz de confluir con el ser humano y embellecer la expresión artística sin hacer sombra al buen hacer del danzante.
Un nuevo diálogo generacional
Además de experimentar la danza desde una perspectiva innovadora, el espectáculo reflejaba la misión de Larumbe Danza de ampliar los límites del arte en la comunidad. Pioneros en España en la creación de espectáculos de danza hipermedia, fusionan tecnologías como 3D, la realidad virtual y aumentada.
En esta línea, tienen actualmente un proyecto muy interesante de contenidos inmersivos denominado Stage_ON, que cuenta con el apoyo de fondos europeos procedentes del NextGeneration.
Stage_ON es una plataforma virtual de desarrollo de contenidos inmersivos para la difusión de la danza y las artes vivas, generando experiencias interactivas únicas y robustecer el impacto de la danza en la sociedad actual. Lejos de sustituir a las artes escénicas, el objetivo es ofrecer al nuevo espectador alternativas que permitan experimentar las artes vivas desde otra óptica, más allá de los espacios teatrales.
Sorprender en directo
“Hay que asumir y aceptar que la sociedad ha cambiado y esto repercute en los escenarios. Hay un envejecimiento de la población y un público que, en general, consume poca danza clásica. Es necesario huir de las proyecciones más convencionales, sorprender en directo, con otra escenografía en el movimiento, aprender a hablar su idioma y proporcionar nuevas experiencias. Y si eso se consigue con unas gafas de realidad virtual, bienvenidas sean”, dice Juan de Torres, bailarín, coreógrafo y director de la compañía Larumbe Danza.
Pero la finalidad no es el uso gratuito de la tecnología para simular la modernidad. El objetivo es articular un nuevo lenguaje en torno a la danza clásica y llegar a un público no necesariamente entendido y poco acostumbrado a recurrir a ella como espectáculo en su tiempo de ocio.
Se trata, en definitiva, de conseguir que la danza no muera porque, como él mismo señala, “una sociedad que no baila su vida es una sociedad enferma”, entendiendo el baile como una expresión universal de conexión y libertad dentro de una sociedad que no ha perdido la capacidad de celebrar, de expresar sus emociones de manera auténtica y de conectarse con los demás. Preservar esa pócima mágica es la misión que a sí mismo se ha encomendado este emprendedor artístico.
Emprender en la danza
Hace ya un tiempo que Juan de Torres decidió bajar del escenario, pero nunca ha contemplado dejar la danza porque sin ella no podría vivir. Hijo de la popular bailarina y coreógrafa de origen navarro Karmen Larumbe, su vida ha girado siempre en torno a este mundo.
Como profesional, ha cosechado títulos como la Medalla de Oro del Prix Français de la Danse y en el New York City Ballet y en la Juilliard School con Héctor Zaraspe. Como bailarín solista, ha compartido tablas con artistas de la talla de Ana Laguna, Arancha Argüelles o Rita Poolvorde. Ha concebido también la coreografía de decenas de espectáculos además de ser docente y promotor de jóvenes artistas, espectáculos y festivales.
Pero entiende también que esto es una industria y que, como todas, para que funcione, hay que hacerla rentable. También en esta dirección ha dirigido sus esfuerzos y ahorros Juan de Torres. Lleva años reclamando los derechos y el reconocimiento de este colectivo desde la Federación Estatal de Asociaciones de Compañías y Empresas Profesionales de Danza (FECED), Emprendo Danza o como miembro del Consejo Internacional de la Danza de la UNESCO.
Un estilo propio con una mirada transversal
A título personal, otro de sus grandes logros es haber mantenido el legado de Larumbe Danza, la compañía que montara su madre en Bruselas en 1971 y cuya dirección asume Juan de Torres junto con su pareja y también bailarina, Daniela Merlo, en 1996.
El mérito no es solo haber mantenido viva durante más de 50 años una compañía privada de danza contemporánea gracias a la perseverancia, sino también haber preservado un estilo propio con una mirada transversal en la que se conjugan pasado, presente y, a ser posible, futuro.
Para ello, saben que hay que explorar nuevos caminos, abrazar los cambios y adaptarse a ellos. “Nuestra filosofía como empresa cultural es de concepto integral frente a la sociedad. Pensamos no sólo como creadores y difusores de contenidos artísticos, sino también como entidad potenciadora de las industrias culturales hacia su constante transformación, sostienen.
Que el esfuerzo resulte rentable es otro cantar, pero como el mismo Juan de Torres dice “también esto es una elección de vida”.
