El teletrabajo fue esencial para que el mundo no se paralizase durante la crisis de la COVID-19 y el consiguiente confinamiento.
De la noche a la mañana, millones de empresas en todo el mundo mandaron a sus empleados a casa, manteniendo la actividad gracias al trabajo en remoto. Gracias a ello, todo siguió funcionando con relativa normalidad.
Esta experiencia sirvió para convencer a los dirigentes de muchas organizaciones que, hasta entonces, contemplaban con recelo la opción del teletrabajo. Sobre todo en países como el nuestro, con una conocida cultura de ‘presencialismo’ y de ‘calentar la silla’.
Los líderes de las empresas se dieron cuenta de que todo salía adelante teniendo a sus empleados en casa. Y no sólo eso, sino que en muchos casos se percataron de que la productividad y la satisfacción de su plantilla aumentaba.
Sin embargo, el confinamiento terminó y las restricciones de aforo en las oficinas se fueron relajando, lo que supuso la paulatina vuelta a lugar de trabajo de cientos de miles de empleados que durante la crisis pudieron disfrutar del teletrabajo.
El teletrabajo se asienta
De acuerdo con los datos del tercer trimestre de 2024 de la Encuesta de Población Activa (EPA) del Instituto Nacional de Estadística (INE), en nuestro país hay 3,06 millones de personas que teletrabajan, lo que supone el 14% de la población ocupada.
De ellos, aproximadamente 5 de cada 10 lo hacen más de la mitad de los días (1,60 millones de personas; 7,3% del total de ocupados), mientras que la otra mitad (1,46 millones; 6,7%) dicen trabajar desde casa ocasionalmente.
Actualmente hay casi el doble de personas que aprovechan la opción del teletrabajo que antes de la pandemia (1,64 millones de media en 2019). Sin embargo, se aprecia un notable descenso desde el pico de 3,55 millones de trabajadores en remoto registrados en el segundo trimestre de 2020, cuando comenzó el confinamiento por la pandemia.
Es decir, aunque parece que el teletrabajo se ha asentado por encima de los 3 millones de personas, tal y como contábamos en este artículo, en nuestro país aún hay margen para que el porcentaje de personas que desempeñas sus labores en remoto sea muy superior.
“La falta de implementación generalizada del teletrabajo es una realidad, pese a que la experiencia de las personas que lo practicaron durante la pandemia fue mayoritariamente positiva”, afirma en este artículo Irene Rovira Ferrer, investigadora de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC).
¿Qué frena el crecimiento del teletrabajo?
Hay diversos factores que frenar el crecimiento del teletrabajo o que incluso lo hacen retroceder. Los estudios realizados por profesora de la UOC concluyen que es necesario erradicar dos factores clave para consolidar el teletrabajo en España: la reticencia de los empleadores a ofrecerlo y la inseguridad jurídica que deriva de la normativa actual,“tanto a causa de sus inéditas características como por las consecuencias de algunas de las regulaciones creadas ad hoc, especialmente la Ley 10/2021, de 9 de julio, de trabajo a distancia”, detalla.
Así pues, un equipo de investigadores de la universidad ha identificado los motivos principales que llevan a los empleadores a no contemplar el trabajo a distancia, entre los que destaca el cumplimiento de las obligaciones que imponen los artículos 11 y 12 de la citada ley.
En los mismos se establece “el deber de suministrar las herramientas, medios y equipos necesarios para el desarrollo del trabajo a distancia y el de compensar a los empleados los gastos, directos e indirectos, soportados por la prestación laboral no presencial”, detalla Rovira.
Al hilo de ello, la experta de la UOC remarca que la atención a recursos y gastos “no sólo puede resultar compleja, sino que puede conllevar consecuencias tributarias e incidir incluso en las cotizaciones de la Seguridad Social”.
Además de aportar conocimiento relevante para el diseño de políticas públicas, el objetivo de este proyecto de investigación es crear guías que sirvan de protocolo para ayudar a los empleadores a cumplir con las obligaciones de la forma más operativa y óptima posible, así como aportar conocimiento para identificar, clarificar y analizar el impacto jurídico del trabajo a distancia. Y también pretende aportar propuestas normativas de reforma para su correcta adecuación.
“Esperamos aportar información relevante para poder adoptar políticas que influyan en la consolidación del trabajo a distancia y propuestas de modificación normativa para su adecuada regulación”, concluye Rovira.