Desarrollar una estrategia empresarial es un proceso tanto analítico como creativo, que implica identificar oportunidades, definir objetivos claros y trazar el camino para alcanzarlos. Sin embargo, una estrategia brillante sobre el papel tiene poco valor si no se pone en marcha de manera eficiente.
El verdadero desafío, entonces, no reside en diseñar el plan de acción en sí, sino en ejecutarlo. ¿Por qué tantas empresas fallan en esta etapa?
A menudo, el problema entre lo planificado y lo logrado depende de cómo los equipos actúan en el día a día.
Los planes pueden ser perfectos, pero la ejecución es vulnerable a la inercia, a la falta de comunicación y a la resistencia al cambio. Esta desconexión entre quienes formulan la estrategia y quienes deben llevarla a cabo genera un vacío entre la teoría y la realidad operativa que lleva directo al fracaso.
Por el contrario, las empresas que sobresalen son aquellas que entienden que el éxito no solo depende de una estrategia bien diseñada, sino de una ejecución correcta, algo que solo es posible cuando se aprovecha el talento de los empleados y se cuenta con un liderazgo capaz de motivar y guiar al equipo en cada paso.
Las personas como motor de la estrategia
La diferencia entre una estrategia implementada con éxito y otra que fracasa se reduce a las personas. Son ellas quienes toman las decisiones, quienes adaptan los planes a la realidad y quienes enfrentan los desafíos.
Por eso, la primera clave para una ejecución eficaz es asegurarse de que el equipo está alineado con los objetivos y cuenta con el talento necesario para enfrentarse a los imprevistos y a los momentos de incertidumbre que llegarán… porque llegarán.
En este sentido, cabe destacar un estudio realizado en 2023 por la consultora McKinsey que recoge cómo las empresas con altos niveles de compromiso y satisfacción entre sus empleados son hasta un 22% más competitivas. Datos como este subrayan la importancia de centrarse no solo en la estrategia, sino en crear un entorno donde las personas se sientan motivadas y capaces de ejecutar la visión con eficacia. Al fin y al cabo, una estrategia es tan buena como las personas que la implementan.
“En este sentido, es muy importante que el propósito corporativo, los valores y el estilo de liderazgo conformen una cultura corporativa que alinean y marcan la manera de actuar y de relacionarse de las personas que forman parte de la organización tanto de manera interna, como externa”, señala Toño Ruiz, jefe de Estrategia Comercial de Banca de Empresas de Ibercaja.
«Es muy importante que el propósito corporativo, los valores y el estilo de liderazgo conformen una cultura corporativa que alinean y marcan la manera de actuar y de relacionarse»
Toño Ruiz, jefe de Estrategia Comercial de Banca de Empresas de Ibercaja.
Liderazgo: el hilo conductor
Un líder eficaz, además de comunicar claramente la estrategia, inspira a su equipo a hacerla suya. La ejecución requiere, por tanto, un liderazgo activo que impulse el compromiso, que supervise el avance y, lo más importante, que esté dispuesto a ajustar el rumbo cuando sea necesario. Los mejores líderes equilibran la visión estratégica con una comprensión profunda de los aspectos operativos y humanos de la empresa.
Un buen ejemplo es Howard Schultz, ex-CEO de Starbucks, quien no solo articuló un plan claro de expansión global, sino que también motivó a los empleados para vivir la cultura de la marca. Bajo su liderazgo, Starbucks pasó de ser una cadena de cafeterías local a un gigante internacional, impulsado por equipos comprometidos con la excelencia en el servicio.
El talento como ventaja competitiva
La capacidad de atraer, desarrollar y retener talento también es fundamental para una ejecución exitosa. En un entorno tan competitivo como el actual, las empresas con empleados altamente capacitados y motivados suponen una ventaja significativa. La gestión del talento no es solo una cuestión de recursos humanos, sino una estrategia en sí misma.
Un ejemplo destacado es Google, que ha convertido la gestión del talento en una prioridad estratégica. La empresa invierte constantemente en el desarrollo de sus trabajadores, ofreciendo oportunidades de aprendizaje y crecimiento, lo que se traduce en equipos altamente innovadores y productivos. Google entiende que el talento es clave para innovar y, por tanto, es un motor que impulsa su competitividad en el mercado.
La importancia de la comunicación efectiva
Para poner en marcha una estrategia, es fundamental que todos los niveles de la organización vayan más allá de los objetivos generales y también comprendan cómo sus tareas específicas contribuyen al éxito global. Uno de los errores más comunes en la ejecución es la falta de claridad en la comunicación. Si los empleados no entienden su rol dentro del plan, es probable que trabajen de manera desconectada, reduciendo la eficacia general.
Todo lo contrario ocurrió con el programa Apolo, desarrollado por Estados Unidos en la década de 1960 en plena carrera espacial con la Unión Soviética. La NASA no solo tenía un plan claro para llegar a la Luna, sino que se aseguró de que todas las personas que integraban la misión (desde los científicos hasta el personal de apoyo) supieran cómo su trabajo contribuía al objetivo final. Esa claridad, junto con un liderazgo visionario, permitió al equipo trabajar de manera coordinada, superar los desafíos y lograr aterrizar en la Luna.
Flexibilidad y adaptación: ajustes necesarios
Una estrategia exitosa no es estática. A lo largo de su ejecución, las condiciones del mercado cambian, surgen imprevistos, retos, dificultades y también pueden aparecer mejores oportunidades. Las empresas deben ser capaces de adaptarse rápidamente y esta flexibilidad solo es posible si los equipos cuentan con el liderazgo y la confianza necesarios para tomar decisiones rápidas y efectivas.
Un ejemplo reciente de adaptación exitosa es Netflix, que comenzó como una empresa de alquiler de DVDs y, con el auge del streaming, adaptó su estrategia en 2007 al lanzar su servicio en línea. Esta adaptación fue posible gracias a una estructura organizativa que permitía la flexibilidad y la toma de decisiones ágil por parte de sus equipos. Así, Netflix ha logrado convertirse en líder indiscutible de la distribución de contenido online, con 269 millones de suscriptores a nivel mundial, según sus últimas cifras, correspondientes al primer trimestre de 2024.