Marcos Rubio, Secretario de Estado en la nueva Administración de Donald Trump, es partidario de mantener “mano dura” con China. En su web presume de ser “el primero en dar la voz de alarma sobre las campañas de influencia china en Estados Unidos, desde la Asociación Nacional de Baloncesto hasta los Institutos Confucio de las universidades públicas y TikTok”.
Tampoco para el Gobierno alemán, Marco Rubio será un socio fácil teniendo en cuenta que ha criticado en reiteradas ocasiones a las empresas germanas por seguir invirtiendo en China.
¿Qué podría pasar?
Ante este escenario, en el hipotético caso de que estallase una guerra comercial abierta entre los dos superpotencias, estás son algunas de las cosas que podríamos vivir durante los próximos años:
Acercamiento de la UE a China. El endurecimiento de las políticas proteccionistas de Trump podrían derivar en aislacionismo. Una oportunidad que podría aprovechar China para posicionarse como la nueva valedora del libre comercio y el cambio climático. Claro que también está por medio la guerra de Ucrania y el apoyo de China a Rusia en el conflicto algo que, de seguir así, sería imposible que la UE pasase por alto.
Contienda comercial entre EE.UU y la UE. Afirma Federico Steinberg en un artículo publicado en la web del Real Instituto Elcano que, en cuanto los aranceles sobre las importaciones chinas estén establecidos, “Trump iniciará su contienda comercial con la UE. Para él, la Unión es un rival comercial y no un aliado geopolítico, lo que seguramente llevará a la eliminación del Trade and Technology Council, que ha servido como foro de diálogo económico transatlántico durante los últimos cuatro años”.
Un revulsivo en la UE. Podría ser una buena ocasión para hacer caso al informe Draghi y que Europa se adaptase a una geopolítica nueva. Raymond Torres, del centro de análisis Funcas, recuerda que Europa tiene la oportunidad de adoptar nuevas políticas, reactivar el Mercado Único y priorizar la inversión en tecnología para recuperar la competitividad, potenciar el crecimiento y responder, así, a los desafíos de esta nueva era.
En busca de nuevos aliados
La postura del Gobierno de España es a favor de mantener un diálogo con China, buscando un reequilibrio comercial que beneficie a ambas partes, pero también aboga por una política comercial de la UE que promueva el multilateralismo, la diversificación de las relaciones comerciales y la defensa de los intereses europeos.
En esta línea, la agenda comercial de la UE busca ampliar acuerdos claves con regiones estratégicas. Estos son los principales:
ASEAN. La Asociación de Naciones del Sudeste Asiático la integran actualmente 10 países con unos 660 millones de consumidores. Es la octava economía del mundo y el tercer mayor socio comercial de la UE fuera de Europa, después de EE.UU y China. Se busca aquí mejorar el acceso de los exportadores de la UE a este dinámico mercado. El problema es que los acuerdos alcanzados son bilaterales y no por bloques.
Mercosur. Tras 25 años de negociaciones, la Comisión Europea y los países del Mercosur anunciaban el pasado 6 de diciembre la suscripción de un acuerdo por el que se crea una zona de libre comercio que abarca a 780 millones de personas, la más grande de todo el planeta.
Pendiente de ser ratificado por los 27 Estados miembros de la UE, España, junto con Alemania, figuran entre los principales defensores de un acuerdo al que Francia no acaba de añadir ‘peros’. Tampoco Polonia tiene intención de apoyarlo mientras que Italia lo condiciona a las garantías para sus agricultores, algo que exige también el campo español. Por parte de Mercosur, es Argentina y su presidente, Javier Milei, -muy cercano a las políticas de Trump- de donde procede la mayor amenaza de dinamitar el pacto.
La Alianza África Avanza. Es una iniciativa reciente impulsada por el Gobierno de España junto con el de Senegal para potenciar inversiones generadoras de crecimiento y empleo en el continente africano. Por ahora, no hay mucho más.
Auge de las economías emergentes
Una de las consecuencias que extraen en Coface, especialistas en la gestión del riesgo de crédito y en información comercial, es que serán las economías emergentes las que saquen mayor provecho del nuevo escenario comercial hasta llegar a representar el 40% del crecimiento mundial en 2025. Esto será gracias a la aceleración de los países del Golfo, por su repunte en actividad y en producción de petróleo, de Sudamérica, liderada principalmente por Argentina frente al debilitamiento de Brasil, y del Sudeste Asiático, con países como Indonesia, Vietnam, Malasia o Filipinas manteniendo su hegemonía.