Sostiene el emprendedor en serie Iñaki Berenguer que la inteligencia artificial es la mayor revolución que van a conocer las generaciones actuales, mucho más grande que la que supuso la llegada de Internet que trajo consigo una ola de oportunidades de negocio e innovación.
Fruto de Internet son el comercio electrónico, los dispositivos móviles, las redes sociales, los servicios de conveniencia, el teletrabajo, y muchas otras cosas sin las que hoy se nos hace difícil concebir el mundo.
Los orígenes
Los inicios de Internet se remontan a la década de 1960, en plena guerra fría, cuando el departamento de Defensa de los Estados Unidos creó ARPANET (Advanced Research Projects Agency Network) en 1969 como una red militar para asegurar el acceso a la información en caso de ataque. Al mundo de los negocios llegaría más tarde, en la década de los 90.
Carlos Barrabés, Martín Varsavsky, Antonio González-Barros, Eneko Knörr, Rodolfo Carpintier, Pep Vallés o José Mañas y Juan Antonio Esteban son algunos de los nombres que aparecen cada vez que se habla de los pioneros en el uso de Internet en los negocios en España, lo que entonces se llamaba ‘autopista de la información’, la ‘red de redes’ o simplemente la Red, con mayúsculas.
“Recuerdo que durante un año no paramos de buscar a alguien en España que nos ayudara a montar la tienda en Internet, que supiera. Pero no encontramos a nadie. Y lo peor es que ni siquiera podíamos copiar porque entonces no había ninguna tienda”, declaraba Carlos Barrabés en una entrevista a Emprendedores publicada en 2009.
Luego ya sí empezarían a proliferar las punto.com con modelos de negocio innovadores, antes incluso de que se produjese el aterrizaje masivo de ordenadores en los espacios de trabajo y los hogares, dando lugar a unas sobrevaloraciones que desencadenarían una burbuja que no estallará hasta comienzos del siglo XXI.
El resto de la historia de Internet ha sido más pausada, hasta ahora que uno de sus hijos, la inteligencia artificial, le planta cara amenazando con remodelarlo todo.
La sombra del hijo
Así que hoy, 17 de mayo, fecha en la que se celebra el Día Mundial de Internet desde hace 20 años, más que del padre, casi hay que hablar del hijo, huérfano aún de onomástica propia, pese a su arrolladora fuerza transformadora en la evolución de Internet.
El futuro de Internet está intrínsecamente ligado a la inteligencia artificial: la próxima generación de servicios y aplicaciones de Internet estará cada vez más impulsada por la IA.
Sostiene Miguel Ángel Ossorio, en un artículo publicado en la web de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC), que “Internet se ha mantenido invariable prácticamente desde sus inicios y posterior popularización: un ciberespacio donde todo confluye y en el que todas las personas pueden desarrollarse, comunicarse y aprovechar las herramientas digitales. Pero este cibermundo se está transformando con la irrupción de la inteligencia artificial (IA), que impulsa cambios disruptivos que obligan a replantearse la red tal y como la conocemos en varios sectores”.
Desafíos actuales de Internet
El artículo de Ossorio recoge algunos de los cambios que, a juicio de expertos de la UOC, se están produciendo ya. Entre ellos, el desplazamiento de Google en las búsquedas por soluciones de IA generativa como ChatGPT, la proliferación de bots y las comunicaciones automatizadas o la nueva ciberseguridad. De esto último, hablamos con Doris Seedorf, CEO de Softtek para España, empresa global en soluciones digitales de próxima generación.
Afirma Seedorf que “la inteligencia artificial está revolucionando la ciberseguridad tradicional al permitir una defensa mucho más proactiva y predictiva. A través del análisis masivo de datos en tiempo real y el aprendizaje automático, hoy podemos detectar patrones anómalos que podrían indicar amenazas antes de que se materialicen. Esto reduce los tiempos de respuesta ante incidentes y mejora la precisión de los sistemas de detección, lo que reduce los falsos positivos. Además, permite automatizar tareas repetitivas, y liberar a los analistas para que se enfoquen en amenazas más complejas”.
Como desafíos éticos del nuevo escenario, se remite al uso de algoritmos en decisiones de seguridad, sobre todo, en términos de transparencia a la hora de tomar decisiones. “Cuando un sistema de IA bloquea a un usuario o clasifica una actividad como maliciosa, es fundamental que las razones detrás de esas decisiones sean comprensibles”.
Expresa también su preocupación por el sesgo algorítmico, “ya que los modelos entrenados con datos incompletos o desbalanceados pueden tomar decisiones discriminatorias”. Se refiere, finalmente, al dilema de la privacidad: “Cuánto acceso a los datos personales es aceptable en nombre de la seguridad”.
Para acabar con los lastres referidos, identifica Seedorf una serie de tendencias entra las que se encuentran una ciberseguridad autónoma, “donde los sistemas serán capaces de detectar y responder a amenazas sin intervención humana”, así como el uso de la tecnología blockchain para asegurar integridad de datos.
Opina también que “el auge del trabajo híbrido y los dispositivos conectados, crecerá el enfoque en seguridad descentralizada y en el edge, así como en regulaciones éticas de IA aplicadas al entorno digital”.
La teoría del Internet muerto
Es una teoría que sostiene que actualmente Internet está dominado por la actividad de bots, deepfakes, la inteligencia artificial y contenido generado automáticamente mediante algoritmos, más allá de la actividad humana.
Los defensores de esta teoría ‘conspiranóica’ creen que los robots, desarrollados por agencias gubernamentales y grandes corporaciones, se crean intencionalmente para el control de la ciudadanía y los usuarios de la Red.
En esta línea Andrew Griffin, periodista de The Independent, planteaba en un artículo la posibilidad de que Internet, tal y como la conocemos hoy, desaparezca antes de que finalice 2025.
“Si algo caracteriza a Internet en esta primera mitad de la década, podría ser precisamente eso: cada vez da más la impresión de ser un lugar estancado y vacío”, sostiene alegando la abundancia de sistemas automáticos que interactúan entre sí.
La conclusión que extrae es la siguiente: “La segunda mitad de la década puede definirse por nuestra reacción ante la ausencia de innovación: si Internet ya no existe, ¿qué tipo de vida queremos construir?”. ¡Pregúntatelo!
